Soy venezolano pero ¡también amo Panamá!
- Alejandro Benítez
- 15 feb 2016
- 3 Min. de lectura
Soy venezolano, orgulloso de mi país, agradecido con mi tierra, amo el lugar donde nací por sobre todas las cosas y sueño con volver para reconstruirlo. Sin embargo, mi realidad va mucho más allá de solo ser venezolano, pues aunque llevo el tricolor en mi corazón, siento que no puedo obviar a mi actual hogar, el que me ayudó a sentirme en casa luego de que mi país haya perdido mucho, la tierra que no dejo de querer aunque Venezuela sea mi amor verdadero. Panamá se llama y con orgullo lo digo: ¡Soy venezolano pero #YoTambiénAmoPanamá!
Muchos se preguntarán porqué motivo tengo que admitir públicamente que me identifico con un país distinto a Venezuela. La verdad es que aunque amo Panamá, repudio algunas de las cosas que aquí me tocaron vivir y ese el motivo de lo que escribo. Por supuesto que no hablo de su gente, ni de sus paisajes ni costumbres, por lo contrario, admiro todo esto. Lo que repudio y me causa inmenso dolor, es la intolerancia y el rechazo que pueden llegar a sentir grupos de ambas comunidades, panameña y venezolana (o extranjera en general). Nunca olvidaré el día en el que una publicación me hizo sentir que ser venezolano era algo negativo, aunque de hecho es una de las satisfacciones más grandes del mundo. Revisando algunos comentarios en una red social, me impresioné como nunca al ver que un panameño opinaba que los venezolanos éramos un “cáncer” y que “Maduro tenía que sacar a los venezolanos de Panamá”. La verdad es que un simple comentario de una venezolana racista y equivocada había causado este tipo de reacciones, involucrando a todos los que formamos una comunidad en este hermoso país. Lo más increíble no es el hecho de que una persona opine de esta forma, sino que tuvo el respaldo de cientos de personas que habían dado “me gusta” a publicación tan humillante para los de mi condición. En mi mente no podía entender que había hecho yo para que me llamaran “cáncer”, ¿acaso en el mundo alguien merece ser llamado de esa forma? ¿acaso los venezolanos estábamos causando tanto daño? son algunas de las preguntas que en el momento hice y que más adelante respondí en mi mente. NADIE merece ser llamado cáncer, y mucho menos ser discriminado por venir de un país determinado.
Luego de reflexionar sobre lo que sucede en Panamá entendí que hay un problema y nadie hace nada al respecto. Al paso de los días observé con más atención publicaciones de venezolanos hacia panameños y viceversa, notando que había un problema mucho más grande que simplemente escribir comentarios negativos. Extranjeros ingresan a este país con una actitud equivocada, prepotente y hasta discriminatoria haciendo comentarios grotescos, a lo que los panameños responden con más odio y repulsión del mismo tipo, creando un circulo venenoso de intolerancia, incomprensión y discriminación entre ambos grupos. En mi mente es inaceptable y casi imposible que un extranjero pueda expresarse públicamente de maneras tan grotescas al país que le da la mano, y a su vez es del mismo modo increíble que panameños respondan con el mismo odio, tachando a todos los extranjeros como igualmente intolerantes y discriminatorios.
Ante todo esto, concluí que extranjeros y panameños tenemos que entender que no somos tan distintos, y que sentir odio o repulsión porque tenemos colores diferentes en el pasaporte no tiene sentido alguno. Yo creo que todos podemos convivir como iguales, creo que los extranjeros con respeto y dedicación podemos aportar a que veamos juntos a este país prosperar. A su vez confío en que podemos compartir culturas, experiencias, conocimientos, talento y mucho más. Como venezolano digo que compartimos Libertador, compartimos gustos, costumbres y hasta alguna vez compartimos nacionalidad. Somos hermanos desde nuestro nacimiento como países libres y debemos serlo siempre. Panameños y extranjeros debemos gritar hoy y siempre: ¡terminen guerreros fragores, que solo reine el amor fraternal!









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