Un año de Redefy en Panamá
- Redefy Panamá

- 6 dic 2016
- 3 Min. de lectura
Benjamin Franklin alguna vez dijo que "La justicia no será servida hasta que aquellos que no están afectados estén tan indignados como los que lo están."
Tras un año de haber iniciado nuestro camino como capítulo panameño de Redefy, sentimos la necesidad de hacer un recuento de hechos que hemos presenciado y nos demuestran que nuestra visión se encuentra tan vigente como nunca. Esto se debe a que, pese a que no todos nos vemos afectados por lo mismos estigmas, reconocemos la necesidad de ir más allá de la empatía por quienes los sufren, para realmente lograr un cambio. Nuestra firme convicción se alinea con el citado pensamiento de Benjamin Franklin, quien habla sobre la necesidad de ser la voz que representa los agravios de quienes carecen de una voz en la sociedad.
Por meses, seguimos los comentarios xenofóbicos y la promoción de los estereotipos por parte de diversas personalidades en las campañas políticas de Estados Unidos y el Reino Unido (el referéndum del Brexit). Hoy, difícilmente podemos leer noticias sobre estos países sin toparnos con titulares que reflejan esas realidades. "Maestro le dice a estudiante de primaria que sus padres serán deportados y tendrá que vivir en un orfanato", "Crímenes del odio aumentan exponencialmente", "Vandalismo con consignas nazis se toma las calles", solo por mencionar algunas.
Si algo nos han demostrado las decisiones políticas tomadas en otros países este año, es que sus realidades políticas son un reflejo de los deseos y las preocupaciones de dichos pueblos. Estas no son situaciones ajenas a nosotros, y nuestro apático desinterés al momento de expresar nuestra opinión podría llevarnos a un escenario similar. Los desafíos globales como el éxodo de refugiados, las crisis migratorias y el incremento en los crímenes de odio también se le presentan a nuestros líderes diariamente, y es nuestra responsabilidad como seres humanos incidir para que sus decisiones respondan al bien común.
A fin de cuentas, nuestro pueblo será recordado por cómo reaccionamos en tiempos difíciles, y queda en nuestras manos si será un recuerdo positivo o uno negativo. En Panamá, hace unas escasas semanas tuvo lugar una “cadena humana” que en el papel se presentaba como una protesta contra los inmigrantes indocumentados, pero en la práctica resultó ser más bien un combate contra una cultura extranjera. Como organización que promueve la convivencia pacífica y tolerante independientemente de nuestras diferencias, no podemos dejar pasar por alto este acto que aboga por todo lo contrario. Lo que nos parece particularmente irónico es el uso de imágenes de los mártires del 9 de enero de 1964 para promover iniciativas xenofóbicas, que demuestra que no hemos internalizado la verdadera esencia de Panamá.
La diferencia entre la gesta por la soberanía nacional y el rechazo de uno de los principios que está tan profundamente enraizado en nuestra naturaleza, como lo es nuestra fortaleza como una nación construida por el intercambio cultural. Por momentos, dudamos si aquellos que buscan igualar esta situación a la suscitada en la entonces Zona del Canal hace 52 años recuerdan que el primer Presidente de esta República ni nació ni se crió en lo que constituía el Departamento de Panamá, y que éste vino a nuestra tierra como un joven adulto a trabajar. Si bien es cierto que en dicho momento Panamá formaba parte de la Gran Colombia, también es cierto que él no es el único de los emancipadores de la República que desarrolló su conexión con Panamá sin ser originalmente panameño. Si caemos en el error de tener memoria histórica a corto plazo, estaremos condenados a convertir el lema "Pro Mundi Beneficio", estampado en nuestro escudo de armas, en nada más que un adorno.









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