Nuevas tecnologías y el sistema educativo de Panamá
- Hamzah Haji
- 13 jun 2018
- 3 Min. de lectura

Una ola se ha iniciado recientemente en Panamá, hacia todo lo que se relacione con la industria Fintech, que se proyecta como un centro financiero digital para la región y quizás, a futuro, para el mundo. Panamá cuenta con la infraestructura y una amplia experiencia en la banca tradicional, lo que propicia, en un principio, una mejor transición a la industria digital, constituyendo una ventaja significativa. Esta realidad, sumada a la presentación de marcos jurídicos adecuados, está impulsando la industria, aunque existe todavía una deuda con la ley de protección de datos personales.
Sin embargo, nada de lo anterior podrá realmente beneficiar al país, ni logrará generar una mejora en la calidad de la vida de los habitantes, sino se inicia un proceso de reentrenamiento y creación de nuevas capacidades. El MEF (Ministerio de Economía y Finanzas por sus siglas), presentó su informe de crecimiento del país, donde claramente aparece registrado que el PIB ha estado impactando positivamente en las industrias de mayor sofisticación, donde la capacidad de los individuos a tecnificarse generara mayores ingresos.
En una entrevista reciente, concedida al diario El Mundo de España y titulada “Margaret Boden: La inteligencia artificial, como el hacha, se puede usar para el bien o para el mal”, la británica y pionera en Inteligencia Artificial (IA), Margaret A. Boden, advirtió que lo que está ocurriendo con la revolución tecnológica solo es comparable con la revolución industrial: “sólo que en esta ocasión se van a destruir más empleos de los que se construyan. Todos los trabajos mecánicos están amenazados. La parte más rutinaria de los abogados o médicos será también desempeñada por maquinas que estarán incluso mejor capacitada para generar diagnóstico”.
Pareciera que ningún sector estará exento a estos cambios, y ya en países de América Latina como Chile hay un avance importante y se están realizando las primeras pruebas de producción en el área de diagnósticos médicos. Esta realidad debe empezar a preocuparnos, pues a mediano plazo los nuevos trabajos, entre los que se encuentran el análisis de datos, serán altamente especializados, lo que obligará a generar un severo ajuste al sistema educativo y un debate que ya urge iniciarse, de cómo adaptar a nuestra sociedad a estas nuevas realidades.
Unos meses atrás, una institución latinoamericana de prestigio inició un programa de maestría en análisis de datos, en donde de treinta y cinco estudiantes inscritos, solo un 1% resultaron ser de nacionalidad panameña, en un aula donde había más estudiantes de países con PIB mucho más bajos que el de Panamá, como son los de Nicaragua y Honduras.
Sin entrar en el contenido, ni el pensum académico, lo realmente preocupante radica en que la nuestra es una economía donde el mayor crecimiento en los dos últimos años ocurrió en las áreas más tecnificadas del país entorno a logística, telecomunicación y transporte, y por lo tanto es deber de todos seguir impulsando este camino a la actualización de las capacidades tecnológicas.
Nuestro sistema educativo cuenta con un atraso atroz, y a consecuencia de esto se está volviendo a quedar nuevamente sin la visión de los cambios y transformaciones que están ocurriendo en los países del área. Los panameños continúan sin comprender la dinámica que requiere nuevas destrezas y habilidades necesarias en la era de la revolución digital. Urge un liderazgo, un cambio de mentalidad, que permita asimilar el futuro, comprenderlo, y potenciarlo, para colocarnos rápidamente a la altura de los países del área, con vistas a superarlos, porque de lo que no cabe ninguna duda es que tenemos el potencial para desarrollarnos.








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