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¿Hombre feminista o la necesidad de protagonismo?

  • Gavina López
  • 4 mar 2020
  • 3 Min. de lectura

Fotografía por Ana Gabriela Palacios

Hace unas semanas se ha discutido la validez de que los hombres se autodefinan feministas. Dentro del movimiento han surgido muchos comentarios, en su mayoría, los que reflejan el rechazo a esta postura que han tomado los mencionados feministos/aliados.

El feminismo se ha consolidado como un movimiento social y político, hecho y liderado por mujeres para mujeres, que tiene por norte diferentes objetivos y una interseccionalidad necesaria para poder reflejar los problemas sociales a los que nos enfrentamos las mujeres desde todos los tiempos. Como varón interesado en el movimiento lo más básico para comenzar a entender el problema que se resalta es escuchar y guardar silencio, si te sientes en verdadera incomodidad por ello, aún no has entendido lo suficiente.

Al sexo masculino le cuesta mucho reconocer el problema, a pesar de los datos con los que hoy se cuenta, y de las cifras que dejan en evidencia quienes son, en mayor medida, los actores de la violencia hacia la mujer. Entonces si la masculinidad es un dispositivo de violencia ¿por qué no desaprenderla?

Fotografía por Ana Gabriela Palacios

La masculinidad no se deconstruye cuando se protagoniza y cuestiona el feminismo, mucho menos cuando se trata del movimiento que hace las preguntas incomodas, capitalizarlo no es más que una conducta violenta, una machistada más. ¿Por qué no cuestionar la masculinidad en los espacios donde la testosterona brota por los poros? ¿En los círculos de compañeros o amigos? Para ellos somos las feminazis histéricas, que sencillo es señalar y juzgar desde el privilegio, no aceptaremos más sugerencias de quien no se haya hecho la introspección primero.

Es evidente que para nadie es fácil cuestionarse y ser autocrítico con las acciones, pero desde nuestras trincheras buscamos cambiar un sistema injusto y desigual. Es todo un reto que necesita del trabajo de todes, no será sencillo, las conductas adoptadas hace mucho requieren un doble esfuerzo y mucha convicción, desaprender lo aprendido en un sistema impregnado en la constitución de nuestra sociedad que ha generado opresiones sistemáticas.

El problema con la mayoría de los “feministos” nace de la desconfianza que genera ver a los acosadores de compañeras compartiendo nuestros espacios, hombres con conductas violentas y hasta agresores sexuales en marchas o actividades feministas. En Latinoamérica se han suscitado dos casos preocupantes y se han visto involucrados dos hombres juzgados por ser agresores sexuales. El caso de Marbella Valdez Villareal en México ha sido de terror, su femicida se presentó en su funeral con un suéter de #niunamenos para desviar la atención de las autoridades. Por los fluidos en el cuerpo de Marbella se pudo determinar que había sido este quien la había violado y asesinado.

Fotografía por Ana Gabriela Palacios

También el caso del famoso periodista, Martin Rodriguez Pellecer, quien dirigía Nómada un medio de comunicación independiente guatemalteco. Este periodista es un acosador y abusador sexual que se autoproclamaba feminista, recibió financiaciones para realizar investigaciones y programas utilizando el discurso feminista. No fue hasta después de un tweet anónimo que una de sus víctimas hizo y que genero la duda en la periodista Catalina Ruiz-Navarro quien realizó una investigación y se puso en contacto con todas las víctimas que iban surgiendo, con ello se pudo probar así el doble discurso, la violencia y el peligro que representaba el periodista.

Fotografía por Ana Gabriela Palacios

No es negociable para nosotras decidir la participación de los hombres en la lucha. No vamos a negociar con nadie la seguridad de nuestras compañeras. Si la intención es mejorar y combatir el machismo, puede debatirse en cualquier espacio, no tiene por qué ser feminista.

No son hombres feministas, se trata, una vez más, del protagonismo que necesitan para medir su hombría y que poco a poco está siendo cuestionado por nosotras.

La revolución será feminista o no será.

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